10 de junio de 2025                                                                                                                                                                                                                                            Judit Vidal 

El inolvidable viaje al pasado con los Guns N' Roses

Anoche en Barcelona se vivió una de las noches más especiales e históricas para los amantes de los reyes del hard rock en los 90: los Guns N’ Roses. Con una única fecha en España, el tour “Because What You Want & What You Get Are Two Completely Different Things” pasaba por el Estadi Olímpic de Montjuic ante casi 40.000 asistentes y tras siete años sin haber pisado la capital catalana.

El concierto estaba previsto para las 20.30h tras unos Rival Sons como teloneros que fueron el gancho perfecto para lo que se venía: radicales, extravagantes y con mucha garra sobre el escenario. Ellos nos prepararon con excéntricos temas como “Pressure and Time” o “Tied Up”. Llegada la hora no aparecieron y se acabaron retrasando veinte minutos, teniendo en cuenta la fama que se ganó Axl en relación a los retrasos en sus directos en los 90, no podemos quejarnos. Y, al final, son los Guns, que hagan lo que quieran.

Primero salió la banda, conformada por Richard Fortus (segunda guitarra), Isaac Carpenter (batería), los involvidables Duff McKagan (bajo) y Slash (guitarra), así como Dizzy Reed y Melissa Reese a los teclados y sintetizadores. A los segundos, apareció el gran Axl Rose, y tras sus gafas negras lanzó su legendario grito: “You know where you are? You are in the jungle, baby!”, empezando así con “Welcome to the Jungle”.

Por supuesto, el tiempo ha pasado y difícilmente verás a un Axl saltando por todo el escenario sin perder ni un solo ápice de afinación, o un Slash corriendo mientras se marca uno de sus solos. Sin embargo, siguen siendo épicos y se nota que llevan el rock en las venas y que están dispuestos a darlo todo por sus fans. Ofrecieron un concierto de tres horas y veinte, y teniendo en cuenta el precio de la entrada se agradece que dieran tal inmensidad de bolo.

A lo largo de la velada, repasaron casi todos los temas del disco que les catapultó a la fama, Appetite for Destruction (1987): “It’s So Easy”, “Mr. Brownstone”, “Nightrain” o “Out Ta Get Me”, solo olvidando la rebelde “My Michelle”, y alguna otra más, que no hubiese estado mal que hicieran, pero claro les faltaban aún los impresionantes temas del errático G N’ R Lies (1988), el Use Your Ilusion I & II (1991) o el The Spaghetti Incident? (1993).

Con la seguridad de una banda que no se ha dejado nada por hacer en su carrera, ni en sus vidas personales, tocaron las memorables versiones “Live and Let Die” y “Knockin’ on Heaven’s Door”, las cuáles sonaron, a nivel instrumental, casi igual que en el álbum. También “Bad Obsession”, “Yesterdays”, “Coma” o “Civil War” con un solo inmejorable de Slash que incluyó la intro de “Voodoo Child” de Hendrix, todo un genio. A pesar de que todo los miembros estuvieron increíbles, el talento, control y exquisitez de la capacidad musical de Slash es algo impresionante y que, difícilmente, volveremos a vivir.

A pesar de ser un álbum lleno de controversia y muy distante del resto de sus míticos, el Chinese Democracy (2008) también estuvo presente en el concierto, tocando “Better” y “This I Love”. De alguna manera es bonito que tuvieran el detalle de acordarse de todas sus eras y así llegar a un público que quizá es fan de esa época más tardía de la formación. Duff McKagan interpretó una versión de “Attitude” de los Misfits, que se encuentra en el The Spaghetti Incident?, que fue increiblemente eléctrica, así como la versión de “Slither” de la Velvet Revolver de Slash y Duff. Todo un espectáculo ver en acción a la banda, especialmente a estos tres que la formaron y si, se echó de menos a Izzy Stradlin y Steven Adler.

Como único punto negativo a comentar es que, en algunos temas, la sonorización era complicada y no lograba escucharse el piano de “November Rain” por ejemplo, o a según qué voces de Axl en “Estranged”. Por otra parte, fue un poco decepcionante la actitud tan pasiva del público en ciertos momentos dónde, considero, era inevitable saltar del asiento a bailar y cantar, sin ir más lejos en el tema de apertura, dónde el público debía estar expectante. Sea como sea, han pasado años y quizá se ha ido sumando gente al fanatismo por la banda que solo conoce “Sweet Child O’ Mine”, qué le podemos hacer, ya pasaba en su momento más álgido.

Tras las casi tres horas y media, sonaba la intro de “Paradise City” para finalizar un concierto irrepetible con un grupo que cambiaron la historia del rock y que solo les podemos agradecer la rebeldía e ingenio musical que nos han regalado a lo largo de los años, así como que sigan teniendo la energía para venir a tocar ante aquellos que no nacimos a tiempo para verles en su época más culminante. Larga vida a los Guns N’ Roses.

Fotografía: Kevin Mazur (Getty Images for Power Trip)

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