03 de mayo de 2025                                                                                                                                                                                                                                        Judit Vidal 

El "Gigante" de Leiva 

Fue en la noche de Halloween del año pasado cuando apareció en Spotify el sencillo “Gigante”, cuatro minutos de rock and roll al estilo más puro de Leiva, hablando de la ansiedad en un tono poético, pero contundente. Un excepcional adelanto del que sería su sexto álbum de estudio en solitario, titulado con el mismo nombre.

Ha pasado bastante tiempo desde que abandonó la vida desenfrenada de Pereza y desde entonces su trayectoria no ha parado de darle las mismas satisfacciones pero de otra forma, seguramente más sana. Con una narrativa personal e intimista (la que más hasta el momento), Leiva aborda temas cotidianos como la ansiedad, el desamor o la tristeza desde lo mundano, demostrando que él también ha estado ahí e intentando calar en todo aquel que lo escuche, venga de dónde venga.

Grabado en analógico entre Madrid y Texas, y bajo el sello de Sony Music, el álbum mantiene el magnetismo y las majestuosas guitarras de “Nuclear” (2019), pero se aleja de su abstractismo en las letras, exponiendo emociones muy personales para él que ya presentó en la colaborativa “Cuando te muerdes el labio” (2021).

Así se agrupan las catorce canciones del álbum que empezaron a ser lanzadas, a modo de adelantos, en octubre. “Bajo Presión” y “Ángulo Muerto” fueron las primeras. La inicial en un tempo sosegado, balanceándose con el pop y presentando una letra retroinspectiva muy parecida a la segunda que describe con metáforas y alegorías el amor y el paso del tiempo, incluso llegando a reírse de él mismo diciendo: “todo el mundo sabe que soy tuerto”.

La eléctrica “Polvo de los Días Raros” se adentra en la melancolía con un teclado que, posteriormente en el disco, está muy presente. Aquí Leiva nos abre su mundo interior, repleto de miedos e inquietudes; ha reconocido haber tenido problemas de salud mental en los últimos años, por lo que no es de extrañar que el álbum sea todo un conjunto de pensamientos internos del artista, abriéndose en canal para nosotros.

Pero la más sentimental, sin duda, y la que refleja, a la perfección, el momento de estar metido de lleno en una depresión es “Caída Libre”, con la colaboración especial de Robe. Este tema es brillante de principio a fin, hablando con analogías escalofriantes sobre lo que se siente cuando entras en ese bucle imparable: “hay un millón de muebles que mover, y no se detrás de cuál está lo que he perdido/¿quién que llama a mi cabeza a todas horas, que puede remendar todas las hojas que han caído al suelo?” La crudeza de esta canción, junto con la participación de Robe (obviamente), fue la que situó todas las miradas en “Gigante” que se estrenaba justo un mes y medio después.

El 4 de abril salieron las 9 canciones restantes, siguiendo la estela de los sencillos algunas exponen melodías potentes y muy enérgicas, incluso rozando el hardrock como en el caso de “Cortar por la línea de puntos” y otras abordan ritmos plácidos y tranquilos para respaldar temáticas tan profundas como “Leivinha” que hace una crítica extensa sobre su gestión de la fama y la exposición, algo que, en su reciente entrevista para Mondo Sonoro, recalca seguir intentando sobrellevar de la mejor manera. Esta contiene un brillante solo de trompeta.

Como decíamos, “Gigante” es una puerta abierta a los recuerdos y memorias del artista, pasando por puntos muy nostálgicos de su persona como es su “Barrio”, Alameda de Osuna en la periferia de Madrid, que como él menciona en la canción “mi origen, mi bandera, les puedo oír aullar, siempre van a estar en mi memoria”, siempre de la mano de su sonido eléctrico.

El disco está repleto de entonaciones que recuerdan a ritmos míticos que, sin lugar a dudas, han configurado su música y él mismo ha alabado en muchas ocasiones como los Beatles, Led Zeppelin o Lou Reed. En “Ácido” la entrada podría recordar a la folclórica “Nowhere Man” de los de Liverpool, igual que “Shock y Adrenalina” que presenta, salvando las distancias con el bajo, unas líneas de guitarras arpegiadas que suenan a “Walk on the Wild Side”. Justamente estos dos temas tratan el rechazo a una relación que no avanza y el reconocimiento ante no poder ofrecer nada más que los demonios internos que le acechan.

“Nueva Misión” se mueve, de nuevo, en el pop con un sutil teclado que reafirma un tono enfadado hacia alguien que no le hace ningún bien, de ahí la línea “no eres como yo, eres peor”. La canción es todo un análisis a distintas fases de las relaciones cuando deben afrontar los duros golpes de la vida en los dos contrincantes.

Como mencionábamos, en el disco también hay lugar a recordar melodías en las que Leiva se mueve de lujo y “Cometas y Estrellas” es una de ellas. Esta empieza con una introducción muy parecida a su famosa “Terriblemente Cruel” (2014) y como “Ácido”, pone el foco en su persona como el problema principal y muestra sus debilidades y conciencia de sus propios errores en frases como “me he estrellado mil veces de cara con el mismo muro”.

Pero, personalmente, la que más resalta de todo el disco es la bluesera “Cuarenta Mil”. En esta, Leiva profundiza en el soul, con una base de teclado hipnótica que te hace echarte a bailar sin pensarlo. Bajo este pretexto, nos sigue presentando el mismo mensaje “las fichas caen, y hay algo más, lo he verbalizado por fin”. El necesitar buscar ayuda y reconocerlo es primordial para salir del pozo.

Finalizamos con “Nevermind” que, si bien parece un homenaje al legendario disco de Nirvana, tiene un sample de “Lucy in the Sky With Diamonds” de los Beatles para introducirnos en un ritmo mucho más alternativo y variado que el resto del álbum, siendo capaz de transportarnos a melodías lentas típicas de los 70 en España como Jeanette. A modo de cierre, el artista reconoce que el paso del tiempo y los daños han ido haciendo mella en él. Toda una declaración de intenciones que cierra un álbum de redondo.

“Gigante” acaba siendo uno de sus mejores trabajos hasta la fecha, con mucha técnica instrumental detrás y un gran trabajo de letra que, es cierto, nunca le ha costado plasmar, ni siquiera en sus inicios. Es de estos discos que es obligatorio tenerlo en vinilo, especialmente por su delicadeza y cuidado en cada tema, y por la perseverancia de Leiva al nadar contracorriente en una industria en la que priman más los temas cortos de producción y simples de mensaje.

Foto promocional del álbum